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- Intervención «Nochera», de Ester Baulida
Intervención «Nochera», de Ester Baulida
En la Sala del Aceite, Ester Baulida presenta la videoinstalación «Nochera» (2016), título que parte de la partitura de la zamba del mismo nombre escrita por Jaime Dávalos, con composición musical de Ernesto Cabeza y interpretada por Sílvia Pérez Cruz. La videoinstalación ubicada en el centro de la sala, por lo que se puede ver desde dos lados, para establecer una interacción poética y diáfana con un espacio cargado de historia. Asimismo, el contenido visual integra en la arquitectura del inmueble.
La letra de Jaime Dávalos poetiza sobre el contacto íntimo de las personas con su tierra, para hablar de manera insólita de un sentimiento de ausencia, de soledad, de añoranza ... para encontrar amparo en el recogimiento de la noche. Baulida, como cantadora de configuraciones visuales, emplea una estructura narrativa no lineal de carácter alegórico en la que combina imágenes estáticas (fotografías) con imágenes en movimiento (filmaciones) para producir escenas enigmáticas dinamizadas por una amplia gama de fundidos; es decir, superposiciones que le permiten crear un vínculo conceptual con las imágenes, para expresar su percepción personal del entorno a partir de una interrelación híbrida y orgánica entre los fenómenos naturales y los estados emocionales.
De este modo, Ester Baulida, cautivada por el componente poético de la zamba, siguiendo una lógica cíclica va hilando imágenes que pueden ser tanto un relato biográfico que habla de su vinculación con el entorno natural y cultural de la zona como representaciones misteriosas que muestran un retrato de afinadas emociones que parten del lugar más recóndito de su ser, para hablar sobre la poética del paisaje con sentimientos de ausencia subliminales reflejados en cuestiones sobre el amor, la vida o la muerte..
Baulida parte de las experiencias directas y de la observación de su entorno
La pieza de Ester Baulida evoca no sólo la letra de la canción sino la cadencia inexorable del ritmo de la voz de Sílvia Pérez Cruz, por lo que tanto el contenido como las formas dan al espectador la posibilidad de abrir la mente hacia a nuevos horizontes de significación para despertar su capacidad creativa, por un lado buscando lazos de conexión mediante las experiencias vividas y, por otro, apelando a sus facultades sensoriales para interaccionar con las particularidades inmanentes del vídeo, ya sea con el sentido más evidente, el visual, el más indeleble, el auditivo, o tal vez el más encubierto, el táctil, para que se convierta en una fuente de conocimiento / pensamiento. Su discurso, desde una perspectiva muy subjetiva, se va construyendo en varias capas de significación que parecen escaparse de la estricta lectura o comprensión intelectual, tal como lo hacen los versos de la canción.En definitiva, de la energía vital, expresada por el fértil aroma de la cabellera pluvial que cae con fuerza en la tierra, tierra sedienta de nutrientes para hacer frutar las cepas y cubrirlas de uvas doradas, redondeadas, que son espejos de la luna.
Baulida se pregunta cuáles son los momentos más significativos de una existencia. Quizás los raptados por la creatividad y expresados como arte y cultura.
La guitarra es un instrumento de cuerda que tiene forma de silueta femenina, cintura sonora que canta como son de efímeros los momentos de deseo designados caprichosamente por la fuerza cósmica de las estrellas. Instantes de inflexión que marcan y se desvanecen como lo hacen la intensidad de la luz de la luna o el aroma del vino. La forma de guitarra como un cuerpo femenino está presente en el vídeo a partir de la sombra de la silueta del cuerpo humano reflejado en el agua, que establece una intersección con la sombra del árbol, sintetizada en un rayo de luz resplandeciente que, desmaterializado, se mueve al ritmo de los efectos del transcurso fluvial.
El uso de objetos, luces y sombras
Para construir esta pieza, Baulida utiliza una familia de objetos que, por su poca significancia o su supuesta banalidad intrínseca en el mundo material, están destinados al olvido histórico, como son las cajas de las maquetas de la arquitectura del pueblo, arquitectura que recuerda las construcciones populares del Mediterráneo. Estas estructuras permiten construir de manera alegórica formas cúbicas de un solo módulo, de muros desnudos y una sola abertura, dispuestas encima de la ladera de montaña, empilament construido desde diferentes perspectivas, distancias y relaciones espaciales, reforzado por el contraste de la luz y la sombra.
Elementos de la naturaleza (hojas de cepas, flores, agua ...) que poco a poco se abren y se cierran o suben y bajan al mismo ritmo de las palabras y del sonido de la canción. Baulida, ante la imposibilidad de conocer directamente la realidad histórica, ofrece otro punto de acceso a este mundo, a través de la imaginación y del fascinante mundo simbólico presentes en la letra de la canción, para exaltar la fuerza de la vida, de la dinámica de los ciclos naturales, de la primavera y el otoño, el día y la noche, de la luz y la oscuridad, de la vida y la muerte.
Expresar la corporalidad física desmaterializada
El contenido de la pieza de Ester Baulida explora las posibilidades estéticas de la ubicuidad de la imagen que crea entre cuerpo, paisaje y superficie, y que estaàn inexorablemente ligadas al ritmo ya la cadencia de la interpretación de la canción, para mostrar sus componentes abstractos y, sobre todo, inmateriales. Para evidenciar que la realidad no es más que lenguaje, no es más que lenguaje, una transubstanciación de palabras y cuerpos en sonidos e imágenes transmitidos por la luz.
Créditos:
Vídeo: Ester Baulida
Fotografies: Àngel Vila
Text: ARBAR